miércoles, 10 de julio de 2013

Tic-toc..

"Adiós" se logró escuchar antes de que el chirrido de la puerta hiciera su glamorosa entrada.

Tic-tac-tic-toc...

Ella, inmóvil permaneció frente a la puerta, absorta, muda, destrozada.

Tic-tac-tic-toc... insistía el bruto reloj.

El viento hizo por consolarla; acarició su tez con dulzura, bailó a su alrededor, sacudió su cabello entonando una tácita canción.
Nada, no tuvo respuesta alguna. Entonces calló, escondiéndose tras las pálidas cortinas de seda, meciéndolas suavemente.

Tic-tac-tic-toc..

Mientras, el ruido escapaba de la habitación, huía por entre las ventanas hasta llegar a la ciudad, donde se dejaba caer con estrépito, creando caos y confusión. Temía que de la reacción de la chica, no sabría protestar, así que fue remplazado por una manta gruesa de silencio.

Entonces no hubo nada más que eses insensato reloj...
En tanto, saladas muestras de tristeza brotaron de la chica y un gemido corrió de sus labios. Inhaló fuertemente el oxígeno que la rodeaba, asustando al poco frágil silencio que se había apoderado de la habitación. Un tambaleo de piernas y prosiguió  sentarse.

Tic-tac-tic-toc..

Le susurraba desde el techo el reloj...
Pero la chica no escuchó ni un sólo tic, había caído en un alboroto mental.

¡Qué de cosas! ¡Oh, recuerdos por doquier! ¡Citas, bailes, canciones, cenas, viajes, sueños, metas...!

Era interminable todo aquello, sin embargo eso no era lo que la atormentaba más. No. Eso que tanto le aterraba no arribaba aún. Esas que tanto teme no sean respondidas, puesto que el dueño de las respuestas había partido ya. 

Tic-tac-tic-toc... Jamás guardó silencio el reloj.

Sonó una inexistente banda sonora, acompañada de turbadores alaridos, todo en mudo alboroto dentro de ella. Un signo de puntuación anunció su llegada y no hubo más. Lo sabía, Estaban aquí y no se irían hasta tener una respuesta como acompañante...

Tic-tac... Amenazó.

Posó sus manos sobre su boca y dejó que el circo fluyera dentro de su cabeza.

"¿Por qué?" abrió el acto, con lágrimas haciendo de alfombra roja; "¿Cómo?" le siguió con aires molestos y groseros. "¿Qué hay de las promesas, nuestras metas?" no sabía cómo actuar éste último, creía que debía salir con ira pero no le parecía correcto porque dolía, dolía demasiado; miró desorientado a los recuerdos que desde otro sitio le miraban penetrantes. Detrás de éste, venía aquella interrogante, pero no sabía cómo había llegado ahí, quizá era demasiado la pregunta. No podía siquiera pensarla correctamente.

Tic-toc... Prosiguió expectante.

"¿Todo terminó?" Susurró la chica con miedo, ira, dolor... incluso las dudas callaron. El ruido había ecapado completamente de la habitación; el viento se cubrió enteramente en seda.
Sólo estaba ella, y él..
No, no estaba más. Aquel imprudente reloj no le consolaba más. Había recogido sus manecillas, es escurrió cual líquido fluido entre los dedos de la chica, sin ser notado de manera alguna y había salido de ahí; no quería, el pobre reloj, seguir presenciando tan amarga escena..








lunes, 15 de abril de 2013


El tiempo se escurre entre mis dedos. 
Se desvanece la tinta con la que escribo 
y comienzo a sentir la sangre dentro de mis venas. 
Corre tan rápido como mi fallido 
y patético corazón le permite. 
Es el momento, el momento de la verdad;
lo cierto es que no sé cómo empezar.
Dime, se tan honesta como puedas,
... pero miente un poco: ¿Aún le amas?.

-Sí, le amo tanto así que duele. He mentido también.
Duele pero ya no amo, no sé cómo. 
Y si te soy sincera, ya no puedo. 
Pisoteó mi amor, el verdadero, jugó a las mentiras, 
se ocultó tras falsas promesas y siguió como si nada. 
Duele..

-Entonces, ¿por qué seguir?,
¿por qué hacerlo a él feliz con tu compañía mientras sufres en silencio su traición?

-Porque una vez lo amé, lo amé como a nadie. 
Cuando él salía a espaldas mías con la intensión de enamorar 
corazones, yo me quedaba en casa amando su recuerdo. 
Extrañaba su presencia junto a la mía, bailaba son su ausencia
y me arrullaba con la memoria de su voz.
Anhelaba estar a su lado y sentir el calor de la vida. 
Y cuando por fin compartíamos espacio, le creía. 
Idiota y puerilmente le creía todas sus palabras. 
Una a una pasaron por mis oídos.
Pero, ¿cómo iba a saber de su farsa?, todo ello fue real para mi, 
así pues, me cuesta hacerle daño a quién me hizo tan feliz,
feliz de engaño, pero feliz.

domingo, 17 de marzo de 2013

...

No había mérito a la palabrería.
Frases y oraciones al azar que no servían de nada.
Confesiones dichas sin pena alguna.
Todo en un extenuante día que se extinguió sin ganas.

Una mesa, tú, yo, excitante cafeína y romance en el aire.
Una burda conversación de amor.
Un exagerado cariño de jóvenes ilusionados.
Ilusos, debería decir.
Ese mal intento de Romeo a Julieta buscando.